Aquí, en el corazón de Jiménez de Jamuz, donde la arcilla lo es casi todo para nosotros, está mi alfarería, la de Miguel SanJuan. Con estas mismas manos sigo dando forma a nuestra tierra. Cada pieza que hago, ya sea un botijo de los de siempre o una jarra de trampa, lleva un trocito de la historia de este pueblo. Imagínate, antes éramos más de 200 alfareros aquí, todos dándole al barro. Hoy, con la misma pasión del primer día y con la arcilla de aquí, la de siempre, sigo luchando para que esta tradición no se pierda y pueda seguir viva por muchas generaciones.

Desde la extracción de la arcilla en nuestros propios barreros hasta la cocción a casi 1000 grados, cada una de nuestras piezas es fruto de un proceso artesanal cuidado y respetuoso con los tiempos. En la alfarería de Miguel San Juan Peñín, la calidad comienza con una materia prima excepcional, arcilla de Jiménez de Jamuz que requiere un año de reposo para alcanzar su punto óptimo. Con mis manos y el torno, doy vida a cántaros, cazuelas, botijos y muchas otras creaciones. Cada pieza es única, pensada para durar y evocar la autenticidad de la alfarería tradicional.

Soy Miguel San Juan Peñín, alfarero de Jiménez de Jamuz, y este oficio es mucho más que un trabajo, es mi vida. Desde que descubrí la magia de transformar el barro, he dedicado mi pasión a mantener viva la rica tradición alfarera de mi pueblo. Con cada pieza que sale de mis manos, busco transmitir la esencia de esta tierra y el saber hacer transmitido por Martin Cordero maestro alfarero del alfar museo de Jiménez. Mi anhelo es poder compartir este arte y asegurar que las piezas tradicionales de Jiménez sigan moldeándose en el futuro. Te invito a descubrir la autenticidad de nuestra alfarería.